Recibido arriba ; al cielo

Firmemente fijó su rostro ; resueltamente decidido a ir. Jesucristo, cuando llegó el momento, no estaba menos decidido a morir en Jerusalén que los judíos a darle muerte. Su objeto era mostrar que él no era el Mesías, y así evitar que la gente lo recibiera. Su objeto era morir por sus pecados y los pecados del mundo; mostrar, con absoluta certeza, que él era el Mesías, y llevar a innumerables millones a creer en él, experimentar su salvación y adorarlo eternamente. Por lo tanto, antes de que llegara el momento, no se comprometería con ellos, y después de que llegara, no dejaría que nada le impidiera hacerlo.

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Antiguo Testamento