Por tanto, todo lo que sea ] A pesar de la maldad y la hipocresía de los escribas, debían ser obedecidos y respetados a causa de su oficio, al que tenían derecho legítimo, hasta que los apóstoles ocuparan su lugar. De manera similar, un ministro cristiano debidamente ordenado, por mucho que merezca ser despreciado como hombre, aún debe ser tolerado como representante de Cristo hasta que sea depuesto por la autoridad legal.

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