Por tanto, todo lo que digan. San Agustín, en su defensa de la Sede Apostólica, argumenta así, contra lit. Petil. "¿Por qué llamas a la silla apostólica silla de pestilencia? Si, ​​a los hombres que se sientan en ella, les pregunto: ¿Nuestro Señor Jesucristo, a causa de los fariseos, reflexionó sobre la silla en la que se sentaron? la cátedra de Moisés, y, conservando el honor de la cátedra, los reprende, porque él dice: se han sentado en la silla de Moisés.

Por tanto, observa y haz todo lo que te digan. Si considerara bien estos puntos, no blasfemaría contra la Sede Apostólica por los hombres a quienes difama, con la que no tiene la comunión "(lib. Ii. Cap. 51) Y nuevamente, cap. 61 Ibid." Ni a causa de los fariseos, con quienes nos comparas maliciosamente, nuestro Señor no ordenó que se abandonara la silla de Moisés; (en qué silla él realmente imaginó la suya) porque advirtió a la gente que hiciera lo que dicen, y no lo que hacen, y que la santidad de la silla no se abandone en ningún caso, ni la unidad del rebaño dividida, a causa de de la vida perversa de los pastores.

"--- Cristo no les dice que guarden todo, sin excepción, que los fariseos les digan; pues, (como se observó en un capítulo anterior) se habían obtenido entre ellos muchas supersticiones y falsas ordenanzas, corrompiendo las Escrituras por sus tradiciones, pero sólo a los que no fueron contrarios a la Ley de Moisés. Se nos enseña a obedecer no menos a los malos ministros que a los buenos, en aquellas cosas que no son expresamente contrarias a la ley de Dios.

De ahí que parezca cuán infundada e irrazonable es la excusa que tan a menudo aducen las personas para justificar sus fechorías, a saber. que vieron a sus pastores hacer lo mismo. Los tales deben atender a la regla dada aquí por Jesucristo. Haced lo que ellos dicen; pero vosotros no lo hacéis conforme a sus obras. (Denis el Cartujo) --- Las palabras, en cualquier caso, muestran que nada debe ser exceptuado, salvo lo que ordena la ley suprema. (Estius)

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