Por tanto, todo lo que sea ... - Seguidas, como son las palabras, de reiteradas protestas contra errores especiales y graves en la enseñanza de los fariseos, es obvio que deben ser recibidos con una limitación implícita. En la medida en que realmente se sientan en el asiento de Moisés y exponen su enseñanza, como, por ejemplo, había hecho el escriba cuya respuesta acaba de ser registrada, debían ser seguidos con toda obediencia.

Lo que faltaba era la vida, sin la cual incluso las máximas más elevadas de la moral se convertían en lugares comunes de la declamación retórica. Una cosa era “dibujar bellas imágenes de la virtud” y otra hacer que el pensamiento, la palabra y la acción se ajustaran a ellos.

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