Y oí el número de ellos, ciento cuarenta y cuatro milEste único pasaje, dice el obispo de Meaux, puede mostrar el error de quienes siempre esperan que los números del Apocalipsis sean precisos y exactos; porque ¿debe suponerse que debe haber en cada tribu doce mil creyentes, ni más ni menos, para hacer la suma total de ciento cuarenta y cuatro mil? No es por tales nimiedades y bajo sentido los oráculos divinos que han de explicarse. Debemos observar, en los números del Apocalipsis, cierta proporción figurativa que el Espíritu Santo se propone señalar a la observación. Como había doce patriarcas y doce apóstoles, doce se convirtieron en un número sagrado en la sinagoga y en la Iglesia cristiana. Este número de doce, primero multiplicado por sí mismo, y luego por mil, da ciento cuarenta y cuatro mil. El obispo ve

Quizás pueda significar la belleza y estabilidad de la Iglesia cristiana, manteniendo la pureza apostólica de la fe y la adoración. De la tribu de Judá,&C. Así como la Iglesia de Cristo se formó por primera vez a partir de la Iglesia y la nación judía, aquí se menciona por primera vez al Israel espiritual. Pero las doce tribus no se enumeran aquí en el mismo orden que en otros lugares de la Sagrada Escritura. Judá tiene la precedencia, porque de él descendió el Mesías, y en esta tribu se estableció el reino. Dan se omite por completo, siendo la primera tribu que cayó en la idolatría después del asentamiento de Israel en Canaán; y también ser reducido temprano a una sola familia, cuya familia parece haber sido separada en la guerra antes de la época de Esdras. Porque en las Crónicas, donde se recita la posteridad de los patriarcas, Dan se omite por completo. Efraín también fue una tribu que promovió en gran medida la idolatría, y por lo tanto no se menciona por su nombre, pero la tribu se denomina la deJosé. Una vez abolidas las ceremonias levíticas, Leví estaba nuevamente al mismo nivel que sus hermanos, y aquí se menciona como una tribu en lugar de la de Dan. En esta lista se confunden juntos los hijos de la esclava y de la mujer libre; porque en Cristo Jesús no hay esclavitud ni libertad.

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