Ambos estaban desnudos. No necesitaban ropa para defenderse del frío o del calor, porque ninguno podía ser perjudicial para ellos: no necesitaban nada para adornarse. Salomón en toda su gloria no se vistió como uno de ellos. No, no necesitaban nada para la decencia: estaban desnudos y no tenían por qué avergonzarse. No sabían lo que era la vergüenza , por eso el caldeo lo lee. El rubor es ahora el color de la virtud, pero no el color de la inocencia.

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