Rubén, tú eres mi primogénito, mi poder Engendrado en la plenitud y vigor de mis días; la excelencia de la dignidad y la excelencia del poder Tales eran las prerrogativas de la primogenitura, de las que habría disfrutado si no las hubiera perdido y perdido por su pecado; dignidad por encima de sus hermanos, y un poder considerable sobre ellos. Inestable como el agua, no sobresaldrásAsí como el agua tiende a fluir y aún tiende a descender a una situación inferior, Reuben debería caer de la preeminencia que tenía al nacer. En la paráfrasis caldea es: “Debías haber tenido tres partes, la primogenitura, el sacerdocio y el reino; pero has seguido tu propia voluntad; como el agua derramada, no prosperarás ”. Dos partes de la herencia, que supuestamente pertenecían a la primogenitura, fueron entregadas a José, el sacerdocio a Leví y el reino a Judá. Y no se registra nada grande o excelente de la tribu de Rubén en las Escrituras. De él no surgió ningún juez, profeta, príncipe ni ninguna persona de renombre, solo Datán y Abiram, que se destacaron por su rebelión impía. Esta tribu, que no aspiraba a sobresalir, eligió un asentamiento al otro lado del Jordán. Jacob aquí lo acusa del pecado por el cual fue deshonrado. Hacía cuarenta años que había sido culpable de este pecado; sin embargo, ahora se recuerda en su contra. Dejó una marca indeleble de infamia en su familia; una herida que no se puede curar sin una cicatriz.

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