Y toda la ciudad se conmovió Se alborotó. Aunque la gente tenía poca santidad, sin embargo, tenían una gran veneración por el templo; y cuando se enteraron de que estaba contaminado, al momento se levantaron en armas, decididos a apoyarlo con sus vidas y fortunas. Y la gente corrió junta de una manera tumultuosa; y la concurrencia fue mayor debido al prodigioso número de judíos de países extranjeros que habían venido a la fiesta de Pentecostés. Los judíos, en esta ocasión, mostraron tanto celo por el templo de Dios como lo hicieron los efesios por el de Diana, cuando Pablo fue representado como un enemigo de él.

Pero Dios no se considera en absoluto honrado por ningún celo por él que transporta a la gente a tales irregularidades y hace que, mientras ellos fingen estar preocupados por su honor y servicio, actúen de una manera tan irrazonable, brutal y bárbara. Y tomaron a Pablo y lo sacaron del templo , es decir, del atrio de Israel, al de los gentiles, como a quien profanó el templo. Y al instante se cerraron las puertas tanto para evitar cualquier otra violación del templo, como para evitar que Pablo se refugiara en los cuernos del altar.

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