Entra por la puerta estrechaLa puerta de la verdadera conversión, de la abnegación, la mortificación y la santidad universal; la puerta por la que pocos, comparativamente hablando, se sienten inclinados a entrar. “¡Cuán estrecho”, dice Erasmo, en su paráfrasis del lugar, “es la puerta, qué angosto el camino que conduce a la vida! En el camino no se encuentra nada que adule a la carne, sino muchas cosas opuestas a ella, pobreza, ayuno, velar, injurias, castidad, sobriedad. Y en cuanto a la puerta, no recibe a ninguno que esté hinchado con la gloria de esta vida; ninguno que esté eufórico y alargado de orgullo; ninguno que esté distendido con lujo; no admite a los que están cargados con las fardelas de las riquezas, ni a los que arrastran consigo los demás implementos del mundo. Nadie puede pasar por ella sino los hombres desnudos, que están despojados de todos los deseos mundanos y que, teniendo, por así decirlo,Porque ancha es la puerta La puerta de la impenitencia y la incredulidad, de los afectos carnales y las concupiscencias carnales.

Esta puerta es obvia para todos, y no hay necesidad de buscarla: los hombres vienen a ella, por supuesto; y amplio , ευρυχωρος, espacioso, es el camino de la vanidad y el pecado, de malas disposiciones, palabras y acciones; y muchos son los que entran por allí. Muchos, sí, la mayor parte de la humanidad, evidentemente parecen entrar por esa puerta y caminar por ese camino. Porque estrecha es la puertaAquí nuestro Señor asigna la razón por la cual tantos entran por la puerta ancha y caminan por el camino ancho: es porque la otra puerta es estrecha y el camino angosto, por eso no aman ni a uno ni a otro; prefieren una puerta más ancha y un camino más ancho; una puerta por la que se entra sin dificultad, y un camino en el que los hombres pueden caminar sin abnegación ni tomar la cruz, y en el que encuentran abundancia de compañía.

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