Apartaos de mí todos los obradores de iniquidad con quienes estoy resuelto a no asociarme ni tener comunión alguna; y cesen de oponerse o molestarme o insultarme, o de acercarse a mí con intenciones de engañarme y traicionarme, todos ustedes mis malvados enemigos; desiste de todas tus malas intrigas contra mí, y no seas tan vanidoso como para esperar triunfar sobre mí; porque el Señor ha oído la voz de mi llanto y me concederá lo que he buscado con tantas lágrimas. Por la obra de la gracia de Dios en su corazón, supo que su oración fue aceptada. Sus lágrimas tenían voz en los oídos del Dios de misericordia. Las lágrimas silenciosas no son mudas. Nuestras lágrimas son llantos a Dios. El Señor ha escuchado mi súplicaNo me ha rechazado, digo, como imaginas; pero está gratamente complacido tanto con mi desaprobación de su disgusto como con mis peticiones para él por su favor.

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