Había permanecido en la tumba cuatro días. Como debieron pasar uno o dos días preparándose para el funeral, y como Lázaro, cuando llegó Jesús, ya había sido enterrado cuatro días, no pudo haber estado menos de Cinco días muerto cuando llegó nuestro Señor, una circunstancia adicional para ilustrar el milagro. Ver com. Juan 11:5 .

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