Y dijo también a sus discípulos: La malicia de los fariseos y la obstinación con que se oponían a todo lo que era bueno, llevaron a nuestro Salvador a exponer sus corazones malvados y prácticas viles a la vista del público. Por tanto, no se contentó apenas con justificar a los pecadores que los recibían para convertirlos; pero, estando presentes los escribas y fariseos, se dirigió a sus discípulos y les contó la parábola del mayordomo astuto, a quien propuso como ejemplo de la hábil mejora que los hombres del mundo hacen de las oportunidades y ventajas que se encuentran en su camino para avanzando en su interés.

Con esta parábola, Jesús se propuso estimular a sus discípulos a mejorar de la misma manera las ventajas de las que pudieran disfrutar, para promover su propio bienestar espiritual; y particularmente, gastar tanto su tiempo como su dinero en promover la conversión de los pecadores; cuál, de todos los oficios a su alcance, era el más aceptable para Dios y el más beneficioso para la humanidad.

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