Hijo, recuerda que tú, etc.— ¿No es digno de observación, que Abraham no injuriará ni siquiera a un alma condenada? ¿Entonces los vivientes se injuriarán unos a otros? —Le dice al rico que en su vida recibió sus cosas buenas, etc. Ahora, para entender esto completamente, debemos considerar que el punto de vista principal de nuestro Salvador en este discurso fue, evidentemente, advertir a los hombres del peligro de esa mentalidad mundana, el descuido de la religión y la intensidad en el placer y el beneficio, que no es tanto un vicio, ya que es el fundamento de todos los vicios. Es eso lo que hace a los hombres sin importar el futuro, y no tener a Dios en sus pensamientos.

Es ese engaño de las riquezas, la ambición y la voluptuosidad, y ese cuidado de las cosas temporales, lo que sofoca todas las nociones de religión, ahoga la palabra y la vuelve infructuosa. Es ese temperamento el que expone al hombre a toda tentación y lo prepara para sacrificar los intereses de la verdad, la santidad y la virtud, siempre que compitan con las cosas buenas de esta vida, en la que su corazón está enteramente puesto. Pero vea este asunto completamente expuesto en las Inferencias al final de las notas del cap. 12:

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