¿Qué digo entonces? - Se podría haber argumentado a partir del versículo anterior que el Apóstol admitió que las ofrendas paganas y los ídolos a los que se ofrecían eran tan reales como lo eran las ofrendas y el Ser a quien Israel erigió el altar, mientras que en 1 Corintios 8:4 había afirmado lo contrario.

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