Más bien deberías perdonar. - La indignación que había sentido San Pablo se ha convertido, al escuchar el estado del delincuente, en piedad y angustia. Había llegado el momento de las palabras de perdón, consuelo y consejo. ¿Y si fuera “tragado” y hundirse como en el gran abismo del dolor? El suicidio, la locura, la apostasía, parecen flotar ante su mente como resultados demasiado posibles.

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