Mi paloma ... no es más que una. - “Mientras son tantos los amores de la monarca, uno es mío, mi paloma, mi perfecta: uno, el deleite de su madre, la amada de la que la dio a luz”. Es imposible no ver en esto un panegírico sobre la monogamia, que, en la práctica, parece haber sido siempre la regla entre los judíos, con las excepciones sólo con los reyes y los muy ricos. El elogio se hace más pronunciado al poner un testimonio inconsciente de la superioridad de la monogamia en boca de las “reinas y concubinas”, que alaban y bendicen este patrón de esposa perfecta.

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