Y cuando la mujer vio ... tomó. - Heb., Y la mujer vio ... y tomó, etc. En esta, la forma original de la narración, vemos el progreso de la tentación detallado de una manera mucho más viva que en nuestra versión. Con deseo despierto, la mujer contempla el árbol. La fruta parece atractiva a la vista y posiblemente sea muy buena para comer. Todo el aspecto del árbol era hermoso; y, además, se le hizo la promesa de que poseía la misteriosa facultad de desarrollar sus poderes intelectuales.

A esta influencia combinada de sus sentidos externos y su ambición interna, ella no pudo ofrecer esa resistencia que hubiera sido posible solo por una fe viva en la palabra hablada de Dios. Ella come, por tanto, y le da a su marido, así llamado aquí por primera vez, y él come con ella. El comportamiento de Adán en todo momento es extraordinario. Es la mujer la que es tentada, no como si Adán no estuviera presente, como supone Milton, porque ella no tiene que buscarlo, sino que comparte con ella de inmediato el fruto recogido.

Más bien, se nos presenta como más rápida y observadora, más abierta a las impresiones, más curiosa y llena de anhelos que el hombre, cuyo comportamiento pasivo es tan sorprendente como el entusiasmo y la excitación de la mujer.

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