Pero el Señor. - Y mientras prevalece toda esta adoración falsa, el verdadero Gobernante del Mundo permanece, y Su presencia está en Su templo en Jerusalén. A Él los ojos del profeta ahora están vueltos. Cesa sus denuncias del invasor y encuentra consuelo en las gloriosas anticipaciones de la oda lírica ( Habacuc 3:1 ) que sigue.

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