¡Ah, Señor Dios! (¡literalmente, mi Señor Jehová! ) ciertamente has engañado mucho a este pueblo. - Las palabras son sorprendentes, pero son eminentemente características. Jeremías había sido llevado a pronunciar palabras que hablaban de desolación y destrucción. Pero si estas eran ciertas, ¿qué pensaría de las palabras de los otros profetas, quienes, hablando en el nombre del Señor, habían prometido paz durante el reinado de Josías, e incluso bajo el reinado de Joacim? ¿No había sancionado Jehová aparentemente también a esos profetas? y, de ser así, ¿no había engañado a la gente? (Comp.

Jeremias 20:7 ) Esto parece, en general, preferible a las interpretaciones que ven en él una ironía dramática que representa al profeta como habiendo compartido las esperanzas del pueblo y despertando a una terrible decepción, o refiriendo las palabras al contraste entre las gloriosas visiones del futuro en Isaías y sus propias terribles predicciones, o al curso más audaz de una alteración del texto, de modo que las palabras corrieran “se dice”, la queja se representa como proveniente del pueblo.

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