Para que también quede limpio por fuera. - La premisa implícita es que la “inmundicia” en su sentido ético era completamente distinta de la inmundicia exterior con la que la identificaban los fariseos. Si el contenido de la taza era puro en su origen y en su uso, dejaban "limpio" el exterior, independientemente de cualquier proceso de purificación de la superficie.

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