Señor, sálvanos: perecemos. - Como dice San Marcos, las palabras indican aún más la impaciencia del pánico: "Maestro, ¿no te importa que perezcamos?" Comenzaron a pensar que Él era indiferente a su seguridad, y creyendo, tal vez, que Él mismo tenía una vida encantada, estaban medio enojados por esa indiferencia.

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad