CAPÍTULO X.

El apóstol se defiende de las calumnias vertidas sobre su persona 

por el falso apóstol; y aprovecha la ocasión para mencionar

su poder y autoridad espiritual, 1-6.

Les muestra la impropiedad de juzgar según la apariencia

exterior, 7.

Vuelve a referirse a su autoridad apostólica, y les informa

que cuando vuelva a estar entre ellos se mostrará en sus

hechos tan poderosos como sus cartas insinuaban, 8-11.

Muestra que estos falsos maestros se sentaban en las labores 

de otros hombres, sin tener autoridad ni influencia de Dios

para abrir nuevos caminos, mientras que él y los apóstoles en general tenían

las regiones asignadas a ellos a través de las cuales debían sembrar

la semilla de la vida; y que nunca entró en ningún lugar

en el que la obra estuviera preparada para su mano por otros, 12-16.

Concluye dando a entender que la gloria de esos falsos

apóstoles era malo; que no tenían nada más que autorecomendación

y que los que se glorían deben hacerlo en el Señor, 17, 18.

NOTAS SOBRE EL CAP. X.

 

verso 2 Corintios 10:1Yo mismo Pablo os ruego por la mansedumbre... Habiendo terminado sus indicaciones y consejos relativos a la colecta para los pobres, retoma su argumento relativo al falso apóstol, que había ganado considerable influencia representando a San Pablo como despreciable en su persona, su ministerio y su influencia. Bajo este oprobio, el apóstol fue apoyado por la mansedumbre y la dulzura de Cristo; y por la misma disposición celestial retrasó la aplicación del castigo que, en virtud de su autoridad apostólica, podría haber infligido a quien había perturbado y trabajado para corromper la Iglesia cristiana.

Que en presencia soy vil entre vosotros, pero estando ausente soy atrevido para con vosotros... Parece citar estas como las palabras de su calumniador, como si hubiera dicho: "Este apóstol vuestro es un mero braggadocio; cuando está entre vosotros, sabéis lo vil y despreciable que es; cuando está ausente, ved cómo se jacta y alardea." La palabra ταπεινος, que traducimos como vil, significa bajo, y, como algunos piensan, de baja estatura. La insinuación es que, cuando había peligro u oposición a la mano, San Pablo actuaba con gran servilismo, temiendo por su persona y autoridad, para no perder su influencia secular. Véase el siguiente versículo.

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