Verso 2 Corintios 5:11 . Conociendo, pues, el terror del Señor... Esta, creo, es una traducción demasiado dura de ειδοτες ουν τον φοβον του κυριου, que debería traducirse, conociendo por tanto el temor del Señor ; lo cual, por extraño que parezca a primera vista, a menudo significa la adoración del Señor, o esa reverencia religiosa que le debemos; Hechos 9:31 ; Romanos 3:18 ; Romanos 13:7 ; 1 Pedro 1:17 ; 1 Pedro 2:18 ; 1 Pedro 3:2 . Por lo tanto, como sabemos lo que Dios requiere del hombre, porque somos favorecidos con su propia revelación, persuadimos a los hombres a que se conviertan en cristianos, y a que se esfuercen por ser aceptables para él, porque todos deben comparecer ante el tribunal; y si no reciben la gracia del Evangelio aquí, deben entregar allí sus cuentas con tristeza y no con alegría. En resumen, el hombre que no se salva de su pecado en esta vida, será separado de Dios y de la gloria de su poder en el mundo venidero. Este es un motivo poderoso para persuadir a los hombres a que acepten la salvación provista para ellos por Cristo Jesús. El temor de Dios es el principio de la sabiduría; el terror de Dios confunde y domina el alma. Conducimos a los hombres a Dios por medio de su temor y su amor, y con el temor de Dios el amor de Dios es siempre consecuente; pero donde reina el terror del Señor no puede haber ni temor, ni fe, ni amor; es más, tampoco esperanza. Los hombres que justifican sus constantes declaraciones sobre el infierno y la perdición citando este texto, conocen poco su significado; y, lo que es peor, parecen conocer muy poco la naturaleza del hombre, y quizás menos el espíritu del Evangelio de Cristo. Que vayan y aprendan una lección de Cristo, arrasando con Jerusalén: "¡Oh, Jerusalén, Jerusalén, cuántas veces te hubiera reunido, como la gallina a sus polluelos bajo sus alas!" Y otra de sus últimas palabras en la cruz: "¡Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen!".

Pero nos manifestamos a Dios... Dios, que escudriña el corazón, sabe que somos rectos en nuestros esfuerzos por agradarle; y como estamos plenamente persuadidos de la realidad de las cosas eternas, por eso nos esforzamos plenamente por conseguir que los pecadores se conviertan a él.

Manifestadlo en vuestras conciencias... Tenemos razones para creer que habéis tenido tal prueba de nuestra integridad y desinterés, que vuestras conciencias deben absolvernos de todo motivo indigno y de toda visión siniestra.
 

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