CAPÍTULO VI.

No debemos recibir la gracia de Dios en vano, teniendo tales

promesas de apoyo de él, 1, 2.

Debemos actuar de manera que no traigamos la desgracia al Evangelio, 3.

Cómo se comportaron los apóstoles, predicaron, sufrieron

y se alegraron, 4-10.

La afectuosa preocupación de San Pablo por los corintios, 11-13.

Les aconseja que no se unan a los incrédulos y les da 

varios argumentos por los que deben evitarlos, 14-16.

Les exhorta a evitar las malas compañías y las malas prácticas, con la

la promesa de que Dios será su Padre y que ellos 

serán sus hijos y sus hijas, 17, 18,

NOTAS SOBRE EL CAP. VI.

verso 2 Corintios 6:1 _ Nosotros, pues, como colaboradores con él... συνεργουντες δε και παρακαλουμεν. Entonces, como trabajadores junto con él... συνεργουντες δε και παρακαλουμεν. Las dos últimas palabras, con él, no están en el texto, y algunos suplen el lugar así: nosotros, pues, como trabajadores junto a ti, y la versión armenia parece haberlo leído así; pero ningún MS. tiene esta lectura, y ninguna otra versión. Por mi parte, no veo que falte nada en el texto si sólo suponemos el término apóstoles; nosotros (es decir, los apóstoles), siendo colaboradores, también os rogamos que no recibáis la gracia de Dios en vano.

Por la gracia de Dios, την χαριν του θεου, esta gracia o beneficio de Dios, el apóstol se refiere ciertamente a la gran ofrenda sacrificial de Cristo por el pecado del mundo, que acababa de mencionar al hablar del ministerio de la reconciliación. Aprendemos, por tanto, que era posible recibir la gracia de Dios y no beneficiarse finalmente de ella; o, en otras palabras, empezar en el Espíritu y terminar en la carne. Si alguien dijera que es el ministerio de la reconciliación, es decir, el beneficio de la predicación apostólica, lo que podrían recibir en vano, respondo que la predicación apostólica, y todo el ministerio de la reconciliación, no podía ser un beneficio para ningún hombre más allá de ser un medio para transmitirle la salvación de Dios. Y es muy evidente que el apóstol tiene en vista esa gracia o beneficio que nos reconcilia con Dios, y nos hace divinamente justos. Y este, y todos los demás beneficios de la muerte de Cristo, pueden ser recibidos en vano.

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