Verso 19. Mis hijos pequeños... τεκνια μου. Mis hijos amados. Como su conversión a Dios había sido fruto de mucho trabajo, oraciones y lágrimas, así los sentía como hijos suyos, y peculiarmente queridos para él, porque había sido el medio de llevarlos al conocimiento de la verdad; por eso se representa a sí mismo sufriendo la misma ansiedad y angustia que soportó al principio cuando les predicó el Evangelio, cuando su conversión al cristianismo era un asunto de gran duda e incertidumbre. La metáfora que utiliza no necesita explicación.

Hasta que Cristo sea formado en vosotros... Hasta que volváis a recibir el Espíritu y la unción de Cristo en vuestros corazones, de los que habéis caído, por vuestro rechazo del espíritu del Evangelio.

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