Versículo 15. Si os mordéis y os devoráis unos a otros... Estas Iglesias parecen haber estado en un estado de gran distracción; había continuos altercados entre ellas. Habían caído de la gracia del Evangelio; y, como Cristo ya no habitaba en sus corazones por la fe, el orgullo, la ira, la mala voluntad y todos los temperamentos poco amables y caritativos, se apoderaron de sus almas, y en consecuencia se destruían alternativamente unos a otros. Nada es tan destructivo para la paz del hombre, y para la paz del alma, como las disputas religiosas; donde prevalecen, la religión en general tiene poco lugar.

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