Verso Hebreos 11:6 . El que se acerca a Dios... El hombre que profesa que es su deber adorar a Dios, debe, si actúa racionalmente, hacerlo con la convicción de que existe tal Ser infinito, eterno, no originado y autoexistente; la causa de todo otro ser; de quien todo ser depende; y por cuya energía, generosidad y providencia, todos los demás seres existen, viven y son suministrados con los medios de existencia y vida continuas. Debe creer también que recompensa a los que le buscan diligentemente; que no es indiferente a su propio culto; que exige la adoración y el servicio religioso de los hombres; y que bendice, y especialmente protege y salva, a los que con sencillez y rectitud de corazón le buscan y sirven. Esto requiere fe, una fe como la mencionada anteriormente; una fe por la cual podemos agradar a Dios; y ahora que tenemos una abundante revelación, una fe de acuerdo con esa revelación; una fe en Dios por medio de Cristo, la gran ofrenda por el pecado, sin la cual un hombre no puede agradarle ni ser aceptado por él, como lo fue Caín. Como el conocimiento del ser de Dios es de infinita importancia en la religión, introduciré al final de este capítulo una serie de proposiciones, que tienden a probar el ser de Dios, 1º, a priori; y 2º, a posteriori; omitiendo las pruebas que generalmente se producen sobre esos puntos, para lo cual mis lectores pueden remitirse a las obras en circulación general sobre este tema: y 3º, estableceré algunos fenómenos relativos a los cuerpos celestes, de los que será difícil dar cuenta sin reconocer la infinita habilidad, poder y continua energía de Dios.

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