Verso Hebreos 8:11No enseñarán cada uno a su prójimo... Bajo el antiguo pacto, propiamente dicho, no había instrucción pública; antes de la erección de las sinagogas, todo el culto se limitaba al principio al tabernáculo, después al templo. Cuando se establecieron las sinagogas, se utilizaron principalmente para la mera lectura de la ley y los profetas; y apenas se encontró en la tierra algo parecido a un ministerio público para la instrucción continua del pueblo común hasta el tiempo de Juan el Bautista, nuestro Señor, y sus apóstoles. Es cierto que había profetas que eran una especie de maestros generales, pero su ministerio no se extendía a todo el pueblo; y había escuelas de los profetas y escuelas de los rabinos, pero éstas eran para la instrucción de personas selectas. Por lo tanto, era necesario que cada hombre hiciera lo que pudiera, bajo esa dispensación, para instruir a su vecino y hermano. Pero la profecía indica aquí que, bajo la dispensación del Evangelio, debería haber una profusión de luz divina; y este es el caso por la abundante difusión de los escritos sagrados, y por un abundante ministerio evangélico: y estas bendiciones no se limitan a los templos o palacios, sino que se encuentran en todos los rincones de la tierra; de modo que, literalmente, todo el pueblo, desde el más pequeño hasta el más grande, conoce y reconoce al único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien ha enviado. Casi todos los hombres, al menos en esta tierra, tienen una Biblia, y pueden leerla; y no hay una familia que no tenga la oportunidad de oír el Evangelio predicado, explicado y aplicado.

Algunos han pensado que desde el más pequeño hasta el más grande pretende significar el orden en que Dios procede con una obra de gracia; generalmente comienza con los pobres, y a través de éstos los grandes y los altos suelen escuchar el Evangelio de Cristo.

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