Verso Hechos 1:5. Seréis bautizados con el Espíritu Santo dentro de pocos días por tanto... Esto debe referirse a alguna conversación que no está claramente relatada por los evangelistas; ya que estas palabras idénticas no ocurren en ninguna de las historias precedentes. El Códice Bezae lee este pasaje así: pero seréis bautizados con el Espíritu Santo, que recibiréis dentro de no muchos días. Juan bautizaba con agua, que era un signo de penitencia, en referencia a la remisión del pecado; pero Cristo bautiza con el Espíritu Santo, para la destrucción del pecado, la iluminación de la mente y el consuelo del corazón. El bautismo de Juan se refería al reino espiritual; pero el bautismo de Cristo estableció y mantuvo ese reino. De este pasaje también podemos aprender que el bautismo no siempre significa ser sumergido en agua; pues como esta promesa se refiere evidentemente a la comunicación del Espíritu Santo en el siguiente pentecostés, y entonces se sentó sobre cada uno como una lengua de fuego repartida, esto ciertamente tiene más afinidad con la aspersión que con la inmersión. Sin embargo, el modo de administrar el signo es de muy poca importancia; y cuál es el mejor modo es sumamente dudoso: el énfasis debe ponerse en recibir la cosa significada: el Espíritu Santo, para iluminar, regenerar, refinar y purificar el corazón. Con esto, la aspersión o la inmersión son igualmente eficientes: sin esto, ambas no valen nada.

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