CAPITULO X.

Un ángel se le aparece a Cornelio, un centurión, y le ordena que

envíe a Jope a buscar a Pedro para instruirle en el camino de la

salvación, 1-6.

Él envía en consecuencia, 7, 8.

Mientras los mensajeros se dirigen a Jope, Pedro tiene una

visión notable, por la que se le enseña cómo debe tratar a los

gentiles, 9-16.

Los mensajeros llegan a la casa de Simón el curtidor, y

y entregan su mensaje, 17-22.

Se alojan allí esa noche, y al día siguiente Pedro les acompaña 

a Cesárea, donde encuentran a Cornelio y a sus amigos 

reunidos, esperando la llegada de Pedro, 23, 24.

Pedro se disculpa por haber venido y pregunta con qué

Cornelio había enviado a buscarlo, 25-29.

Cornelio responde, 30-33.

Y Pedro le predica a Jesús, como el Salvador del mundo

y juez de vivos y muertos, 34-43.

Mientras habla, el Espíritu Santo desciende sobre Cornelio y su

compañía, y hablan con nuevas lenguas y magnifican a Dios,

44-46.

Pedro les ordena que se bauticen en el nombre del Señor,

47, 48.

NOTAS SOBRE EL CAP. X.

Ya he observado (véase la conclusión del capítulo anterior) que hasta ahora los apóstoles se limitaban a trabajar entre los judíos y los prosélitos circuncidados, sin hacer ningún ofrecimiento de salvación a los gentiles, pues se habían impregnado plenamente de la opinión de que nadie podía entrar en el reino de Dios y salvarse definitivamente si no se circuncidaba y se hacía obediente a la ley de Moisés. Este prejuicio les habría impedido finalmente predicar el Evangelio a los gentiles, si Dios, por una interposición particular de su misericordia y bondad, no hubiera convencido a Pedro, y a través de él a todos los demás apóstoles, de que había aceptado a los gentiles tanto como a los judíos, y que no pondría ninguna diferencia entre unos y otros, purificando sus corazones por la fe, y dando a los gentiles el Espíritu Santo, como antes lo había dado a los judíos. Los medios que utilizó para producir esta convicción en la mente de los apóstoles se detallan ampliamente en el capítulo siguiente.

Verso Hechos 10:1. Había cierto hombre en Cesarea... Esto era Cesarea de Palestina , llamada también Torre de Strato , como ya se ha señalado, y residencia del procurador romano.

Un centurión... εκατονταρχης, El jefe o capitán de 100 hombres, como implican las palabras griegas y latinas. Cómo se formaron, dividieron y organizaron los ejércitos romanos, Mateo 20:16. Un centurión entre los romanos tenía aproximadamente el mismo rango que un capitán entre nosotros.

La palabra σπειρα, que traducimos como banda, significa lo mismo que banda o regimiento, que a veces constaba de 555 soldados de infantería y 66 de caballería; pero la cohorte prima, o primera cohorte, constaba de 1105 soldados de infantería y 32 de caballería en la época de Vegetius. Pero la caballería no debe considerarse como parte de la cohorte, sino como una compañía unida a ella. Una legión romana se componía de diez cohortes, la primera de las cuales superaba a todas las demás, tanto en número como en dignidad. Cuando en tiempos pasados la legión romana contenía 6.000 hombres, cada cohorte constaba de 600, y estaba dividida en tres grupos; pero tanto las legiones como las cohortes fueron posteriormente variadas en cuanto a su número. Como sin duda había muchos auxiliares sirios, el regimiento en cuestión se distinguía de ellos por estar formado por soldados italianos, es decir, romanos. La cohorte italiana no es desconocida entre los escritores romanos: Gruter da una inscripción, que se encontró en el Foro Sempronii, en una fina mesa de mármol, de nueve pies de largo, cuatro pies de ancho y cuatro pulgadas de espesor; en la que están las siguientes palabras:-

L. MAESIO. L. F. POL.

RVFO. PROC. AVG.

TRIB. MIL. LEG. X.

APPOLLINARIS. TRIB.

COH. MIL. ITALICA. VOLUNT.

QVAE. EST. EN. SIRIA. PRAEF.

FABRVM. BIS.

Ver Inscripciones de Gruter, p. ccccxxxiii-iv.

Probablemente se trata de la misma cohorte que menciona aquí San Lucas; pues la décima legión mencionada en la inscripción anterior se encontraba ciertamente en Judea, en el año 69 d. C. Tácito también menciona la legio Italica, la legión itálica, lib. i. c. 59, que Junius Blaesus tenía bajo su mando en la provincia de Lyon. Por los historiadores romanos sabemos que las legiones quinta, décima y decimoquinta estaban estacionadas en Judea, y la tercera, cuarta, sexta y duodécima en Siria. La legión itálica estuvo en la batalla de Bedriacum, librada en el año 69 d.C. entre las tropas de Vitelio y Otón, y prestó servicios esenciales al ejército viteliano. Véase Tácito, Hist. lib. ii. cap. 41. El resultado de esta batalla fue la derrota de los othonianos, en la que Otón se suicidó, y el imperio fue confirmado a Vitelio.

Siempre que lo considera necesario, San Lucas da cuidadosamente fechas y hechos, a los que puede recurrir cualquiera que esté dispuesto a dudar de sus afirmaciones: hemos tenido varias pruebas de ello en su Evangelio. Vea especialmente Lucas 1:1, c. Y Lucas 3:1, c. Y las notas allí.

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