Verso Hechos 8:28. Sentado en su carro, lee el profeta Isaías... Había ido a Jerusalén para rendir culto: había sacado provecho de sus ejercicios religiosos; e incluso al viajar, está mejorando su tiempo. Dios ve su sencillez y seriedad, y le proporciona un instructor, que le conduzca a las grandes verdades del Evangelio, que, sin él, no podría haber entendido. Muchos, después de haber cumplido con su deber, como ellos lo llaman, de asistir a un lugar de culto, olvidan la misión que los llevó allí, y gastan su tiempo, a su regreso, más bien en conversaciones ociosas que en leer o conversar sobre la palabra de Dios. No es de extrañar que los tales estén siempre aprendiendo, y nunca puedan llegar al conocimiento de la verdad.

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