28. Leyó a Esaias. La lectura del profeta muestra que el eunuco no adoraba a un Dios sin consejo, según el entendimiento de su propia cabeza, a quien había reinado para sí mismo, pero a quien conocía por la doctrina de la ley. Y seguramente esta es la manera correcta de adorar a Dios, no arrebatar los ritos desnudos y vanos, sino adjuntar la palabra a esto, de lo contrario no habrá nada más que lo que viene por casualidad y está confundido. Y ciertamente la forma de adoración prescrita en la ley no difiere en nada de los inventos de los hombres, excepto porque Dios da luz allí con su palabra. Por lo tanto, aquellos que son eruditos de Dios solo adoran correctamente, es decir, aquellos a quienes se les enseña en su escuela. Pero parece perder su trabajo cuando lee sin ganancia. Porque él confiesa que no puede entender el significado del profeta, a menos que algún otro maestro lo ayude. Respondo, mientras leía al profeta con ganas de aprender, entonces esperaba algo de fruta, y la encontró de hecho. Por lo tanto, ¿por qué niega que puede entender el lugar que tenía entre manos? Porque porque (544) él manifiestamente confiesa su ignorancia en lugares más oscuros. Hay muchas cosas en Isaías que no necesitan una larga exposición, como cuando predica de la bondad y el poder de Dios, en parte para invitar a los hombres a la fe, en parte para exhortarlos y enseñarles a llevar una vida santa. Por lo tanto, ningún hombre será tan grosero como un imbécil (545) que no se beneficiará en nada al leer ese libro, y sin embargo, a pesar de que, por casualidad, escaseará Entiende cada décimo verso. Tal fue la lectura del eunuco. Al ver que, de acuerdo con su capacidad, reunió las cosas que sirvieron para la edificación, obtuvo algunos beneficios de sus estudios. Sin embargo, aunque ignoraba muchas cosas, (546) todavía no estaba cansado, por lo que descartó el libro. Así también debemos leer las Escrituras. Debemos codiciosamente, y con una mente pronta, recibir aquellas cosas que son claras y en las que Dios abre su mente. En cuanto a las cosas que se nos ocultan, debemos pasarlas por alto hasta que veamos una mayor luz. Y si no nos cansamos de leer, por fin sucederá que la Escritura se familiarizará más con el uso continuo.

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