Sentado en su carro, leyó al profeta Isaías. - A la manera de la mayoría de las naciones orientales, para quienes la lectura en silencio es casi desconocida, el eunuco estaba leyendo en voz alta. Felipe lo escuchó, y así se abrió paso para la conversación. ¿Fue el rollo de Isaías un tesoro recién descubierto? Si hubiera comprado el MS. en Jerusalén, y ¿estaba leyendo las maravillosas declaraciones por primera vez? Toda la narración implica que estaba leyendo la LXX. versión.

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