Versículo 29. Queriendo justificarse a sí mismo... Queriendo hacer ver que era un hombre justo, y que por consiguiente estaba en el camino recto hacia el reino de Dios, dijo: ¿Quién es mi prójimo? suponiendo que nuestro Señor habría respondido de inmediato: "Todo judío debe ser considerado como tal, y los judíos solamente". Ahora bien, como se imaginaba que nunca había sido deficiente en su conducta con ninguna persona de su propia nación, pensaba que había cumplido ampliamente la ley. Este es el sentido en que los judíos entendían la palabra prójimo, como puede verse en Levítico 19:15-3. Pero nuestro Señor muestra aquí que los actos de bondad que un hombre está obligado a realizar con su prójimo cuando está en apuros, debe realizarlos con cualquier persona, de cualquier nación, religión o parentesco, que encuentre en necesidad. Como la palabra πλησιον significa el que está cerca, el anglosajón [A.S.], el que está al lado, esta misma circunstancia hace que cualquier persona que conozcamos sea nuestro prójimo; y, si está en apuros, un objeto de nuestros más compasivos saludos. Si un hombre viene de la parte más distante de la tierra, en el momento en que está cerca de ti tiene derecho a tu misericordia y bondad, como tú tendrías la suya, si tu lugar de residencia se trasladara a su país natal. Es evidente que nuestro Señor utiliza la palabra πλησιον (traducida muy adecuadamente como vecino, de nae o naer, cerca, y buer, habitar) en su sentido llano y literal. Cualquier persona que conozcas, que habite cerca de ti o que pase cerca de ti, es tu prójimo mientras esté a tu alcance.

 

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