Verso Lucas 15:23. El ternero cebado, y mátalo... θυσατε, Sacrificarlo. En la antigüedad, los animales previstos para las fiestas públicas se sacrificaban primero a Dios. Al derramarse la sangre del animal ante Dios, a modo de expiación por el pecado, se consideraba que la carne estaba consagrada, y que los invitados se alimentaban de la comida divina. Esta costumbre se observa entre los asiáticos hasta el día de hoy.

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