(13) Habiendo purificado vuestras almas al obedecer la verdad por medio del Espíritu para amor sincero a los hermanos, [mirad que] os améis unos a otros con un corazón puro fervientemente:

(13) Elogia la práctica de la obediencia, es decir, la caridad: repitiendo de nuevo que no habla de ninguna caridad común, y de lo que procede de esa nuestra naturaleza corrupta, sino de aquella cuyo principio es el Espíritu de Dios, que purifica nuestras almas mediante la palabra que se asió por la fe, y engendra también en nosotros una vida espiritual y eterna, como Dios mismo es el más puro y verdaderamente viviente.

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad