(11) Pero, hablando la verdad en amor, crezca en todo él, que es la cabeza, [sí] Cristo:

(11) Por el fervoroso afecto de la verdad y el amor, crecemos en Cristo: porque él (siendo eficaz por el ministerio de su palabra, que como Espíritu vital da vida a todo el cuerpo de tal manera que nutre todos los miembros de ella según la medida y proporción de cada uno) aviva y valora su Iglesia, que consta de varias funciones, como de varios miembros, y preserva la necesidad de cada uno. Y de esto se sigue que ni este cuerpo puede vivir sin Cristo, ni ningún hombre puede crecer espiritualmente, que se separa de los demás miembros.

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