(2) Sea esta mente en ti, que también estuvo en Cristo Jesús:

(2) Él pone ante ellos un ejemplo perfecto de toda modestia y dulce conducta, Cristo Jesús, a quien debemos seguir con todas nuestras fuerzas: quien se humilló tanto por nosotros, aunque está sobre todo, que asumió él mismo la forma de un siervo, es decir, nuestra carne, voluntariamente sujeto a todas las debilidades, hasta la muerte de cruz.

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