(2) Por tanto, mucho tiempo permanecieron hablando con denuedo en el Señor, el cual dio testimonio de la palabra de su gracia, y concedió señales y prodigios para que fueran hechos por sus manos.

(2) No debemos dejar nuestros lugares y ceder ante las amenazas o la ira abierta, sino solo cuando no hay otro remedio, y eso no por nuestra propia paz y tranquilidad, sino solo para que el Evangelio se extienda más lejos. .

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