No habrá más de allí niño de días, ni anciano que no haya cumplido sus días; porque el niño morirá de cien años; pero el pecador [siendo] (a) de cien años será maldito.

(z) Es decir, en esta maravillosa restauración de la Iglesia no habría debilidad de la juventud, ni debilidad de la vejez, sino que todo sería fresco y floreciente: y esto se logra en la Jerusalén celestial, cuando todos los pecados cesarán, y el las lágrimas se enjugarán.

(a) Por lo cual muestra que los infieles y los pecadores impenitentes no tienen parte de esta bendición.

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