Ya no habrá más allí, en el reino del Mesías, un niño de días, un niño llevado después de unos pocos días de vida terrenal, ni un anciano que no haya llenado sus días, alcanzando la medida completa de años en de acuerdo con el plan creativo de Dios; porque el niño morirá a los cien años, y el que fallece a esta edad se considera todavía un joven; pero el pecador que tenga cien años será maldito, el que de otro modo sería arrebatado por la justicia vengativa de Dios aproximadamente a la mitad de la edad habitual, ahora se salvará hasta que alcance la edad de por lo menos cien años, la paciencia del Señor siendo mucho más grande que antes.

El hecho de que el Señor, en el tiempo del Nuevo Testamento, muestre una gran paciencia al tratar con los transgresores, tanto individuos como naciones, es una de las principales marcas que distinguen esta era del tiempo antes de la venida del Mesías.

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