(5) Pero yo os digo a vosotros que me oís: Amad a vuestros enemigos, haced bien a los que os aborrecen,

(5) La caridad cristiana, que es muy diferente de la caridad mundana, no sólo no venga las ofensas, sino que se extiende incluso a nuestros enemigos más graves, y eso por nuestro Padre que está en los cielos: hacer el bien no es en absoluto buscando lo suyo.

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