(4) Y no solo [eso], sino que también nos gloriamos en las tribulaciones: (5) sabiendo que la tribulación produce paciencia;

(4) La tribulación misma nos da diferentes y variadas ocasiones para regocijarnos, y más que esto, no nos hace miserables. (5) Las aflicciones nos acostumbran a la paciencia, y la paciencia nos asegura la bondad de Dios, y esta experiencia confirma y fomenta nuestra esperanza, que nunca nos engaña.

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