(6) Y la esperanza no avergüenza; porque el (e) amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado.

(6) El fundamento de la esperanza es un testimonio seguro de la conciencia, por el don del Espíritu Santo, de que somos amados por Dios, y esto no es otra cosa que lo que llamamos fe, de lo cual se sigue que por la fe nuestra las conciencias se aquietan.

(e) Con el que nos ama.

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