Dios, habiéndonos impedido con sus dones cuando no los merecíamos en absoluto, habiéndonos derramado sobre nosotros las bendiciones de la fe, la caridad, la paciencia y la fidelidad, no podemos sino tener la mayor confianza de que después de esta promesa y seguridad de su buena voluntad hacia nosotros, él terminará bien la obra que ha comenzado, y nos llevará a su reino celestial. (Calmet) --- No sólo nos es dado el don del Espíritu Santo, sino el Espíritu mismo, que reside en nuestra alma como en su propio templo, que la santifica y hace partícipe de su amor divino. (Menochius)

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad