Y esperanza La esperanza que es fruto de la fe, la paciencia y la experiencia, es decir, la plena certeza de la esperanza; no nos avergüenza ni nos confunde con desilusión, pero ciertamente obtendremos las cosas buenas que esperamos; sí, sabemos que no puede avergonzarnos ni decepcionarnos, porque ya tenemos dentro de nosotros el principio mismo de ese cielo al que aspira. Por el amor de Dios , es decir, el amor a Dios, que surge de una manifestación de su amor hacia nosotros, ese amor que nos constituye a la vez santos y felices, y por lo tanto es una prenda de nuestra futura herencia en nuestros corazones; ese amor, en cuya perfección consiste la bienaventuranza de ese mundo celestial; se derrama en el extranjero griego, εκκεχυται,se derrama en nuestros corazones, por el Espíritu Santo que nos ha sido dado La causa eficaz de todas estas bendiciones presentes y las arras de las que vendrán. Como Espíritu de sabiduría y revelación, el Espíritu Santo nos permite discernir el amor de Dios por nosotros; y como Espíritu de santidad y consolación, nos permite deleitarnos cada día en él, aunque por el momento nos señala pruebas que pueden parecer rigurosas y severas.

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