Hermanos míos (1), no tengáis la fe de nuestro Señor Jesucristo, [el Señor] de (a) gloria, en el respeto de las personas.

(1) La primera: la caridad que procede de una fe verdadera, no puede existir con el respeto de las personas: lo demuestra claramente con el ejemplo de quienes, teniendo reproches o desprecio por los pobres, honran a los ricos.

(a) Porque si supiéramos lo que es la gloria de Cristo, y la estimamos como deberíamos, no se respetaría a la gente que existe.

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