(34) Y un hombre, a la ventura, echó un arco y hirió al rey de Israel entre las articulaciones del arnés; por tanto, dijo al conductor de su carro: Vuelve tu mano, y sácame del ejército; porque estoy herido.

Cierto hombre es una expresión muy decisiva en la palabra de Dios. En este lugar estaba el mismo hombre comisionado por el Señor; porque el Señor tensó el arco, dirigió al blanco, y descubrió a Acab en medio de todo su disfraz, y en su corazón a pesar de todas sus armaduras. ¡Pobre de mí! ¿Cómo podría pensar en escapar cuando Dios pronunció su sentencia?

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