(3) He aquí, aquí estoy: testigo contra mí delante de Jehová, y delante de su ungido: ¿de quién buey tomé? ¿O de quién me he llevado el culo? ¿O a quién he defraudado? ¿a quién he oprimido? ¿O de quién he recibido soborno para cegar mis ojos con él? y te lo devolveré.

Su discurso no es a modo de autojustificación, para hacer frente a sus aplausos. Pero para quitar toda la censura posible. ¡Qué hermoso ejemplo, desde un punto de vista aún más elevado, da el apóstol Pablo de sí mismo ante la iglesia de Éfeso, al final de su ministerio, cuando dice: Soy puro de la sangre de todos, porque he no rehuido de anunciaros todo el consejo de Dios. Hechos 20:26 .

¡Lector! si considera la vasta y ardua tarea del ministerio, entrará con la debida seriedad y calidez en una adecuada comprensión de estas cosas. Y luego la apelación de Samuel, te sorprenderá con toda su importancia.

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