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El interesante ministerio de Eliseo continúa a lo largo de este capítulo. El profeta sana a Naamán, el sirio, de su lepra. Rechaza los regalos y recompensas del sirio. Giezi su criado, tomándolos, en juicio es herido de lepra.

2 Reyes 5:1

Qué hermoso es el relato que el historiador sagrado da de este Naamán, a modo de plantear nuestras nociones de él. Él era un gran hombre; y hombre honorable, y aunque pagano e idólatra, el Señor le había dado éxito en las armas; pero en medio de todas estas cosas, la espantosa y repugnante enfermedad de la lepra, lo convertía en motivo de terror para todos los que se acercaban a él, para que no fueran contagiados por él.

Como dijo una vez un comentarista, al leer este relato de Naamán, "no había un esclavo en Siria que hubiera intercambiado su piel con él". ¡Lector! ¡Eso es pecado! ¡Dondequiera que esté y en quien reina, echa por tierra todas las demás dotes!

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